Bitácora del futuro

Esto una especie de crónica. Una bitácora como me gusta llamarle. Se encuentran dos reflexiones acerca del futuro, una desde mi propia mirada y otra desde los ojos de mi mamá. No tengo mucho que decir, ya todo está escrito, todo se encuentra aquí.

Bitácora del futuro #1: Yo

Cuando era niña los días eran eternos. Eternos para jugar, ver televisión, esperar todas las tardes que mi mamá llegara del trabajo para contarle cómo había sido mi día y preguntarle cómo había sido el suyo, ir al colegio, odiar las clases de matemáticas y esperar paciente el recreo para comer chucherías y jugar con mis amigos, estar todas las tardes en la terraza del edificio donde crecí, mientras jugaba a saltar en las baldosas rojas mientras mis familiares tomaban café y reían de chistes que no entendía, salir los fines de semana con mi abuela de crianza a visitar a sus amigas que también era abuelitas como ella pero sin haber parido, pechichar a mis gatos. Los días eran eternos pero llegaron a su fin. Pasó una semana, pasó un mes, luego dos, luego tres, y así...de repente 12 meses. Se acabó un año y venía otro. 2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013 (...)

Crecí.

Tengo 20 años. Ya no soy una niña.Ya no soy esa niña. Ya no consumo la televisión como antes, pegada al televisor, ahora veo en Netflix y en algunas paginas piratas.Hablo con mi mamá todo el día porque ahora está en casa, ya no trabaja y estoy pasando la cuarentena con ella. Ya no odio las matemáticas pero sigo sin entenderlas y hasta se me han olvidado las tablas de multiplicar. Como chucherías todos los días fiado en la tienda que tiene mi mamá con una tía, la cuenta se me va larga de mecato de 300 a otro mecato de 300. Ya no juego con mis amigos del colegio (les perdí el rastro hace rato) ahora hago videollamadas de vez en cuando con mis amigas de la universidad, para vernos las caras tras una pantalla y que no se nos olvide lo que es reír bajo la complicidad de algo que se entiende y da risa sin tener que ser chiste. La terraza existe todavía pero ya nadie de los que solíamos pasar las tardes ahí vive en ese edificio. Algunos familiares han muerto, los que viven se mudaron. Mi abuela Sixta, mi abuela de crianza, también murió. Aún sigo paseando los fines de semana recorriendo casi siempre las mismas calles que solíamos caminar juntas, tomadas de la mano bajo un sol que nos cubría y el calor que no nos desamparaba ni en la sombra. Eso sí, los gatos los sigo pechichando aunque ya no sean los mismos.  Los cachetes están conmigo a pesar de los años.

Así como la mayoría de cosas han cambiado siento que el tiempo también. El tiempo pasa rápido, casi que volando. Los días ahora son efímeros. Me despierto a las 8 de la mañana. Parpadeo. Son las 2 de la tarde. Es lunes, y de repente viernes, ya casi el fin de semana, otra vez lunes. Los meses también pasan rápido. Hace poco apenas llevaba 2 meses de clases. Luego vino el Coronavirus. Luego se acabó el semestre. Pronto se acabarán también las vacaciones, y vendrá el inicio de otro semestre. También pronto se acabará ese. También se acabará el año en un parpadeo. Año nuevo, vida nueva, más alegres tus días serán. No se sabe. Pensar en el futuro me revuelve la ansiedad. Eso no ha cambiado, de niña pensar en una vida adulta era algo que evitaba, prefería vivir en mis días eternos donde vivía a la función del día, pero ahora, con mi vida de no infante, de una persona joven adulta es algo muy difícil.

Pensar en el futuro también me hace imaginar ¿cómo sería?, ¿qué cosas cambiarán de mi yo de 20 años?, mi yo del presente, así como mi yo de 6 años, mi yo del pasado, lo veo con ojos de nostalgia. ¿Será que en el 2060, cuando tenga 60 años (dependiendo si estoy viva o muerta), viviré en un mundo apocalíptico como ahora?, ¿en medio de otra pandemia?, ¿escuchando el nombre de un virus hasta mil veces al día que hasta pierde el sentido la palabra de tanto mencionarlo?, ¿morirá tanta gente a merced de ese virus y otros que hay en el ser humano alimentados por el odio? A pesar de todo este panorama de incertidumbre y algo pesimista que me planteo también le doy espacio a imaginar cómo me gustaría que fuera mi vida en 40 años, cuando tenga 60. Quisiera vivir en Barranquilla, en la ciudad donde nací y espero morir. Vivir en una casa colonial con un patio grande para tener matas cuando la vejez, características en las mujeres de mi familia traiga ese delirio de tener un vivero en el patio.También para que paseen mis gatos a sus anchas. Sin nietos o hijos propios que me visiten pero sí de los de mis amigos y amigas que al contrario de mí deseen tener una familia consanguínea. Un escarabajo rojo para salir a dar paseos en Puerto y que espero que en ese momento mar no esté igual de sucio que ahora. Tener todavía la destreza en mi mano para escribir vainitas varias cuando mi mente se canse de retener tanto pensamiento. Pintar también aunque nunca se me ha dado más allá de unos mamarrachos. Y finalmente un poquito de salud física y mental, con eso me bastaría y me sobraría.

El mundo también lo pienso ( no todo es reflexionar desde el yo, aunque es lo que mejor me sale porque soy lo que mejor conozco del mundo). En un futuro más cercano pienso que de esto, eventualmente, podremos salir. Volveremos a abrazar a los que extrañamos, estar en contacto con el exterior, retomaremos nuestra rutina, cambiante en algún sentido, valoraremos lo que antes no apreciamos, y concebiremos el tiempo de otra manera. Un antes y un después. Tendremos que cambiar ahora en el presente, para tener un futuro lo más cercano a deseable y viable que podemos llegar a tener,donde el panorama como ahora no sea tan desalentador en el 2060. Me imagino y deseo un futuro donde la gente consuma menos carne como ahora, que no exista ninguna forma de violencia hacia las mujer como lo es ahora hay bajo un sistema patriarcal que lo alimenta, a menos políticos bajo la manga de la corrupción, que las personas que habitan en zonas de pobreza puedan acostarse con el estómago lleno y no de gases , que existan garantías y derechos que se pongan en práctica para las minorías, en especial para las mujeres trans trabajadoras sexuales que salen a la vista en carnavales para el goce y el disfrute del todo el mundo y luego no las voltean a mirar sin una mirada de odio, un futuro sin un sistema de salud colapsado donde la gente no se muera esperando una cita con una especialista en la EPS. Podría mencionar más cosas que siento que me gustaría que fueran en un futuro.Pero no le veo sentido hacer una lista de supermercado. A últimas pienso que tal vez fantaseo mucho sobre el futuro cuando no tengo una visión tan pesimista, y creo que eso me aterra más. Vivir en una utopía.

Bitácora del futuro #2: Mamá

Me llamo Elci Janira. Mi mamá escogió ese nombre, no sé el por qué. Nací en el 71 y viví la mayor parte de vida en Barranquilla, desde los 17 hasta los 41 años. A los 41 retorné a mi lugar de origen, una vereda del municipio de Tierralta, Córdoba. No presencié la violencia del conflicto armado, me fui de aquí en el año 89 a Barranquilla cuando apenas empezaba en esta región. Y regresé, años después ya habiendo pasado todo, por la misma razón que me fui, buscando un mejor futuro, estaba vez para mí y mi hija. La vida en la ciudad se me estaba haciendo poco rentable, separada, mi madre de crianza había fallecido, dejándome con una mano delante y otra atrás, sin su apoyo. Se me estaba acabando la fortaleza que tanto le pedía a Dios para sostenerme. Decidí entonces regresar y empezar de cero en la tierra donde ya antes había comenzado desde cero. Me volví a casar, ya son 8 años, mi marido se ha ganado un lugar que en mi corazón pensé que no volvería a sentir, y en especial el cariño de mi hija que lo llama por “papá”. Después de todo volví a tener un hogar.

Estoy más tranquila viviendo en el campo, siempre lo extrañe a pesar de haberme acostumbrado a la vida agitada de la ciudad. Estoy más tranquila dentro lo posible con esta cuarentena. Mi rutina no ha cambiado mucho. Me sigo levantando en las mañanas tipo 6. Me arreglo. Me cepillo los dientes y me peino los tres pelos que me han salido después de las quimioterapia, ya mi pelo no es indio como antes, pero por lo menos me está saliendo, luego me hago la keratina. Me tomo un café con pan de sal o bolillo. Ya no trabajo, los achaques no vienen solos y una enfermedad reumática me imposibilita hacerlo, no es si no que coja un balde con agua y se me hincha el brazo. A pesar de eso la gente me dice “ay Elci parece que no tuvieras nada” pero por dentro estoy pegada con barro para no desmoronarme. Tengo fe. Reviso mis matas, tengo más de 100, entre mis favoritas las veraneras, las cayenas, las caladium, y las coronas de cristo. Entre mis recorridos revisando el patio y echándole agua a las matas, con todo esto pienso acerca de lo que vendrá, pienso sobre el futuro. En 60 años tal vez ya no estaré en este mundo, o si no tendré 88 años, y estaré muy viejita para darme cuenta de lo que pase a mi alrededor. Sin embargo me atrevo a pensar en el futuro, cómo me gustaría que fuera. Un futuro menos tecnológico, en el sentido que la gente no dependiera tanto de la tecnología, que se volviera a estrenar la mente, que no se estuviera sujeto a que las actividades y acciones estuvieran regidos por la tecnología, que desarrolláramos nuestras propias capacidades físicas y mentales. Que la gente tenga más espiritualidad. Que no sea tan materialista. Que viéramos las cosas desde otra perspectiva de la vida. Quisiera que la gente se preocupara más por el planeta, el medio ambiente, que en vez de destruirlo lo que hiciéramos fuera reconstruirlo. Si hay una natural, vamos y la acabamos, si hay una fuente hídrica, vamos y a la acabamos. ¿Por qué en vez de ir a acabar esos recursos no vamos a mantener? Si eso nos da vida, eso es algo que no puede entender, sabiendo que los seres humanos necesitamos algo tan vital, como es el medio ambiente, como es el aire puro. El cómo nosotros mismos nos destruimos. ¿Dónde está el amor propio? Primero el mío, y después el del entorno, si la naturaleza es algo que nos proporciona salud, alimentación, vida, de todo. Eso me gustaría. Que no nos auto destruyéramos.

Programa de Comunicación Social - Uninorte (Barranquilla)

Miradas desde Colombia

Estudiantes de Comunicación Social de la Universidad del Norte realizan su aporte a este proyecto colectivo presentando sus reflexiones y la de miembros de sus círculos sociales en torno al llamado propuesto por el Altas de Imaginación Cívica.

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