En la naturaleza hay muchas dualidades: oscuro-claro, día-noche, blanco-negro. En la vida también se presentan, sobretodo a la hora de tener que elegir algo, para eso están, para ayudarnos a moldear nuestra personalidad y saber qué lado de la vida pertenecemos más. Yo no me escapo de ellas, muchas veces en la vida aparece esa “personita en mi cabeza” que muestra que una opción pertenece a un lado y la otra al lado contrario, y mis años de aprendizaje de todo ámbito me han ayudado a saber cuál de estos lados me define más y q puedo elegir.

Pero en otras ocasiones se forma algo muy particular, cuando te enfrentas a esos lados y ambos te identifican y piensas que son lo mejor para ti. Como cuando quieres comer algo y te ofrecen una rebanada de pizza y una de pastel, ambos son deliciosos y te es difícil elegir entre uno y otro. Eso es exactamente lo que me pasa cuando pienso no solamente en mi futuro, sino en el de todo el mundo. Para mi el año 2060 es un año en el que no tengo la menor idea de que pueda ser de mi vida, pero ahora que lo pienso con más detalle se me presentan dos posibilidades, como si existieran dos mundos paralelos.

Empecemos con el primero, que va más encaminado al espectro positivo de lo que pueda ocurrir. Para esto se me ocurre lo que en literatura se conoce como una utopía. Una sociedad en que los dirigentes de los países han podido ver las cosas afuera de la burbuja en la que habitan, que son capaces de poner en primer lugar a los ciudadanos y poder garantizar la calidad de vida de todos. Un mundo en el que tu posición social no te impide vivir y lograr tus metas, en el que todos tengan la oportunidad de ir a un aula de clase y tener un aprendizaje de calidad sin tener que gastar cientos de miles de pesos. Que ya no tengamos que juzgar a las personas por su físico, lugar de procedencia, orientación ya sea de sexo o género o de qué familia viene, sino de lo más importante, de la personalidad y de lo que sabe.

Un lugar donde la mayoría de personas nos hemos dado cuenta de la importancia de cuidar el planeta en el que vivimos. Donde ya no usemos energías no renovables como el carbón o el petróleo, sino muchas más eficientes como la solar o la eólica. Donde reduzcamos el consumo de carnes, que contamina mucho más que los automóviles, crezcan las huertas urbanas y por consiguiente, que las ciudades sean espacios mucho más verdes.

Pero también esa otra posibilidad en el que no todo se ve de un buen color. En el que, al contrario de lo que dije anteriormente, todo se vaya más al espectro negativo. En 40 años la vida ahora consiste en sobrevivir. Tenemos que vivir con las consecuencias de una sociedad que no supo tomar cartas en el asunto para salvar el planeta. Las personas tienen que estar en sus casas lo más posible debido a que mucha exposición solar puede dar quemaduras que no son tratables, en el que las guerras ya no son por el petróleo o las gemas preciosas, sino por tierra cultivable y agua. En donde ya la comida escasea y ya no se piensa en el tiempo libre.

Espero que la primera se cumpla de alguna forma. Tengo la esperanza que todos en cierto punto podamos aprender a ser empáticos y conscientes con lo que se nos rodea. Que cada día aceptemos nuestras diferencias y que estas nos ayuden a lograr que la utopía sea sinónimo de nuestra realidad.