Dina despertó de un brinco a mitad de la noche. Todo estaba oscuro a excepción de la fastidiosa luz de la calle que se asomaba por su ventana cada vez que el viento alzaba la cortina. Se sentó en la orilla de la cama y trató de recordar cada detalle de su sueño. Todo era culpa de aquella estúpida grabadora que encontró enterrada bajo el camino de tablas que estaba entre los mangles de la playa. Si no fuera por aquella grabación no estaría teniendo pesadillas sobre el futuro cada vez que cerraba los ojos.

Antes de aquella tarde, ella solía compartir la misma visión que su familia sobre lo que sucedería más adelante. Para Dina, a este mundo no le quedaba mucho tiempo. Y no precisamente al mundo como planeta, sino más bien a la manera en cómo vive la sociedad, a los sistemas malvados y corruptos, a la hambruna mundial, a la escasez de amor que existía en gran parte de la sociedad. Ella es fiel creyendo desde muy niña en que Dios acabará con todo lo anterior y lo reemplazará por un mundo mejor. Pero ahora...ya no estaba tan segura de aquello.

Sentada al borde de la cama con los brazos apoyados en sus piernas empezó a recordar el momento en el que había encontrado la grabadora. Había salido de casa para encontrarse con sus amigos en la playa, habían estado caminando hacia los mangles mientras hablaban sobre el reciente anuncio de cuarentena obligatoria que se avecinaba, el reciente Covid-19 había empezado a llegar a Latinoamérica.

Su amigos decidieron correr hacia el agua pero ella se quedó sentada en la playa como siempre, el mar no era mucho de su agrado. Después de un rato de verlos nadar, decidió caminar un poco entre los árboles. Algo brillaba bajo el viejo camino de tablas a medio caer. Se acercó y se agachó con cuidado. No se parecía a nada que hubiera visto antes, un pedazo de chatarra tal vez, pero en muy buen estado. Era pequeño, ovalado y casi plano, con un botón de un lado y una pantalla del otro.

Sus amigos la llamaron, tenían que volver a casa antes de que oscureciera. Luego de darse una ducha, todos saldrían a comer. Pero a pesar de que ese era el plan, Dina no volvió a salir de casa.

En cuanto entró a su habitación, lo primero que hizo fue sacar aquel cacharro de su bolsillo y volverlo a inspeccionar. El supuesto botón no parecía tener profundidad, parecía más bien un círculo pintado, sin embargo, cuando presionó su pulgar sintió un pinchazo que la hizo tirar a un lado aquella pieza. Las gotas de sangre que quedaron impregnadas en aquel óvalo fueron absorbidas por éste y la pantalla del otro lado se iluminó. Dina lo volvió a recoger y leyó la palabra que apareció en la pantalla: ¡Advertencia!

Una voz masculina muy agitada empezó a hablar en susurro

-Al que sea que esté escuchando esto, présteme mucha atención. Hoy es 3 de mayo de 2060, necesitamos su ayuda…

Las palabras de aquel mensaje se repetían en la cabeza de Dina todos los días y ahora estaba teniendo sueños con aquellos acontecimientos. Podría haber sonado poco creíble la primera vez que lo escuchó, sin embargo ahora creía que esas cosas podían suceder…

En 2060 la sociedad estaba más liberada que nunca y mucho más enojada con los gobernantes del mundo, ¿la razón? Un virus mortal que acabaría con gran parte de la población.

Esta enfermedad, como muchas otras, saldría de la nada y sería más mortal que cualquier otra pandemia antes vivida, incluso peor que el Coronavirus en 2020 o la Gripe Española en 1918. Sin embargo, años después de que este virus azote al mundo, se descubrirá que realmente fue creado por los gobiernos para terminar con la masiva sobre población mundial.

Dina le daba vueltas a este asunto y en cómo este desastroso acto, traería consigo todo el cambio que se avecinaba después. Ella ya se había dado cuenta que en su propia época las personas estaban más liberadas, luchaban por más cosas, opinaban sobre muchas otras, armaban conflictos uno tras otro y en ocasiones eran por desinformación.

El hombre del otro lado de la grabadora le advertía sobre aquel virus, le pedía desesperadamente que hiciera todo lo posible por evitarlo o tan sólo que supiera que sería culpa de los gobernantes, que se preparara.

Cuando las personas se enteren de la verdadera causa de una enfermedad que les arrebató seres queridos, olvidarán por completo su moral. La tristeza, el odio y la frustración irán dirigidos hacia los gobiernos, nadie escaparía, asesinatos y persecuciones hacia personas que anteriormente habían sido líderes. Ahora era verdaderamente el pueblo quienes mandarían los países.

Eso hacía pensar a Dina, sobretodo la frase que mencionó el hombre tras la grabación "la sociedad se dio la vuelta". ¿Qué significaba eso exactamente? Lo que pensó fue que, tan descabellado se volvería todo que ahora el desprecio y racismo iría completamente dirigido hacia las personas blancas, a su vez la lucha no estaría en normalizar la homosexualidad sino al contrario, los equivocados, despreciados y ahora minorías serían las personas heterosexuales. Incluso pensaba que la gente estaría tan al límite de normalizar salir a la calle desnudo por las simples razones de que ese era nuestro “estado natural y no deberíamos sentir vergüenza”.

Dina se levantó de su cama y caminó hacia la cocina por un vaso de agua. Había tomado un decisión. Si su mente le iba a seguir haciendo pasar un mal rato con todas esas supuestas cosas, entonces era momento de empezar a hacer algo por el mundo. La cuarentena que empezaba no la detendría de intentar hacer las cosas mejor, su visión ahora había cambiado, lo que pensaba sobre el futuro ya no lo podía cambiar con solo cerrar los ojos, era momento de actuar.