Dejar atrás la pantalla

Entre 2020 y 2060 hubo avances entorno a la salud y a la tecnología que cambiaron al mundo. Luego de la pandemia mundial que vivimos en el 2020, las personas se tornaron más desconfiadas y las costumbres sociales se vieron afectadas.

By Julieta B. from Uruguay 8 in Uruguay

Entre 2020 y 2060 hubo avances entorno a la salud y a la tecnología que cambiaron al mundo. Luego de la pandemia mundial que vivimos en el 2020, las personas se tornaron más desconfiadas y las costumbres sociales se vieron afectadas. El abrazo, al que los uruguayos estamos tan acostumbrados, fue reemplazado por un choque de codos. Las bufandas por tapabocas y el alcohol en gel se volvió el nuevo perfume. Para 2060, los científicos se obsesionaron con anticiparse y prevenir brotes de enfermedades y para eso necesitaban contar con tecnología que los acompañe. Eso se extendió a todos los ámbitos y la tecnología invadió nuestra privacidad hasta ser parte de nosotros. Los gobiernos comenzaron a imponer chips en todos los ciudadanos como forma de controlar sus movimientos, en parte para anticiparse cualquier situación antes de que los tome por sorpresa, pero también para tener un registro de lo que pasa en el mundo en caso de no poder prevenir otro hecho así.

El 2060 se vuelve un lugar de contrastes. Conviven espacios grises y esterilizados, donde muchas máquinas suplantan al hombre, pero donde hay ambientes naturales que son sagrados. Los edificios corporativos tienen dentro zonas verdes como áreas de descanso en las que cambiar de aire. Y los parques y plazas tienen cuadrados de desinfección que te liberan de bacterias. La prioridad está en la salud.

Las personas dejan sus dispositivos tecnológicos en sus casas u oficinas al salir a la calle, vuelven las cartas a mano y el mejor regalo es una visita cara a cara. Solo se admite la tecnología en espacios cerrados y la naturaleza se convierte en un espectáculo al que están obligados a admirar. Como mencionaba al comienzo, los avances tecnológicos continuaron, pero se centraron en torno a la salud y a la comunicación entre países. Viajar en auto u ómnibus está mal visto y son tendencia las bicis, patines, skates, etc.

En cuanto a la psicología, actualmente muchas personas desconfían unas de otras. Relacionarse con otros es más difícil ya que nunca se sabe realmente a quien se tiene enfrente. El covid-19 dejó marcas en los individuos que no pudieron borrar, tales como inseguridades y miedos para intimar con otra persona. Sin embargo, el hecho de haber tenido que mantenernos alejados tanto tiempo, provocó que no se quiera estar solo, que las personas se preocupen más por el otro y requirió nuevas formas de mantenernos cerca.

Dejar las pantallas atrás nos hace conectar a un nivel más profundo con el otro, algo que anhelábamos desde 2020...

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Me inspiro en todo lo que estamos viviendo ahora entorno al covid-19. Si bien en Uruguay no afectó a tan gran escala como en países de Europa, puedo notar ciertos cambios en nuestro relacionamiento y situaciones que nos ponen a prueba todos los días, física y emocionalmente.

Aunque lo primero que se me viene a la cabeza es lo negativo, ya que los cambios siempre cuestan, no todo está perdido. No poder ver a nuestra familia y amigos, no poder realizar nuestras actividades diarias, perder algunas oportunidades y vernos amenazados por una enfermedad nueva, nos hizo valorar nuestras vidas y nos obligó a pensar en alternativas creativas. Nos hizo volver a los autocines, las ramblas y parques están repletas, sacar a pasear al perro se volvió la actividad del día y una videollamada puede alegrarnos la semana. Por un lado, la tecnología nos facilitó el sentirnos cerca, pero también llegó a saturarnos al punto de necesitar salir de la pantalla varias veces en el día. Lo analógico vuelve a posicionarse en nuestras vidas. Los parques están más verdes que nunca, el aire se siente limpio y somos más conscientes de ello.

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