En 2060 cambió la mirada del otro hacia lo diferente. Todo lo que sale de la norma ya no genera miedo, sino que genera admiración por la osadía de salir de lo conocido y tomar otros caminos, abrir otras puertas con incontables opciones.
La persona que sale de la norma, la que se atreve a innovar, la que se siente distinta y por eso hace cambios en su vida y su apariencia, la que se atreve a amar y ser lo que prefiere. Esas personas son miradas con admiración en lugar de miedo y odio como en 2020.
Porque ya no tenía sentido temer a lo colorido. Porque las personas no solo se movían en matices de grises, sino que toda la escala cromática estaba a su disposición. Las personas necesitaron conocerse y para eso experimentaron y ya no les dio vergüenza sentirse así.
Los/as que odiaban lo diferente no encontraron una respuesta coherente al por qué de eso. ¿Por un Dios que determinó que estaba mal? ¿Por la naturaleza que creó al hombre y la mujer supuestamente complementarios? Ya nada de eso importaba, porque sabían que las personas que se sentían así eran genuinas e iguales a las que no.
Una abuela cuenta a su nieta sus memorias en una plaza mientras la hamaca. Narra sus luchas, marchas y derechos conquistados. Su nieta no logra imaginar un mundo en el que eso no existe. No logra imaginar un planeta en el que andar en la calle signifique andar con miedo. Mira a su alrededor y ve colores y personas. Se pone triste por el pasado y por las vivencias de los que no tuvieron oportunidad de sentir la libertad.
Ahora no solo las enfermedades se contagian, también se contagian las emociones y las ganas de libertad ajena, la gente se alegra de la libertad de otros. La gente ríe y se preocupa por su interioridad, no por lo que hacen los demás. Lo diferente no da miedo, sino que es admirado.
Yo con un short, remera y buzo atado a la cintura. Ella con un pantalón y remera. Son las 19:45 y estamos volviendo a casa con mi novia. Ambas caminamos apresuradas por miedo a la noche y la calle. Combinación fatal para dos mujeres. Aún más si van de la mano.
Primera camioneta que se detiene a mirar. Nuestras respiraciones se aceleran con miedo por su mirada fija. Segunda persona que mira, su hija chica nos señala y ella la hace mirar para otro lado con cara enojada. Dos hombres nos ofrecen para ir a su casa. Ignoramos y seguimos caminando. Persona desde camión grita cosas pervertidas. Más miedo, respondo enojada con pánico a que dé la vuelta. Conseguimos abrir la puerta de casa y entrar a la seguridad de lo cotidiano.
Image: Tiberiu Ana
