(In)consciencia

Lo que debería cambiar en el 2060 es la consciencia sobre nosotros mismos. Si somos conscientes de lo que nos pasa, somos conscientes de cómo relacionarnos con el otro.

By Eligon from Uruguay 6 in Uruguay

Lo que debería cambiar en el 2060 es la consciencia sobre nosotros mismos. Si somos conscientes de lo que nos pasa, somos conscientes de cómo relacionarnos con el otro. Me inspiré en mis amigos y mi familia en el contexto de la cuarentena. Son personas con las que mantengo contacto diario y estoy al tanto de cómo las diferentes situaciones le afectan a cada uno, cómo las enfrentan (en caso de que lo hagan), cómo salen adelante (o se estancan), cómo actúan a partir de lo que les pasa. Esta observación me sirve para proyectar al mundo y tratar de entender qué pasa a nivel social. Por qué hay tanta desigualdad, maldad, odio. Mi conclusión es

que lo negativo en la sociedad es un círculo vicioso que siempre desemboca en los asuntos psicológicos (resueltos o no) de cada persona. Claro que hay factores que intervienen, como las oportunidades y el estilo de vida que elige o le toca al individuo, pero eso también redunda en cómo atiende o desatiende lo que le pasa a nivel psicológico. Mi proyección para el 2060 es que haya un avance a nivel de consciencia sobre uno mismo. Por ejemplo, que todos tengan acceso a un psicólogo y que tal atención deje de ser tabú.

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Sinopsis – Cuento corto

España, 2060. El contacto cara a cara de los humanos es casi nulo. Solo está permitido salir una vez a la semana, en una hora asignada, a hacer las compras para abastecer cada hogar.
Aaron es un científico malhumorado de 30 años que vive solo en un monoambiente. Padece de depresión a causa de la soledad y la inconformidad con la realidad en la que vive. Su condición psicológica empeora y deja de consumir sus medicamentos. Cada día está más incomunicado virtualmente con sus pocos amigos y pronto, sus actitudes egoístas lo terminan de aislar. Incluso deja de salir el día permitido de la semana.

Una noche en particular, sueña con una chica desconocida que se presenta como Lilly. El sueño es tan vívido, que pasan los días y no puede sacar a la chica de su cabeza. Esa misma semana, vuelve a encontrarse con Lilly en varios sueños. Ella se convierte en un destello de emoción, lo hace volver a sentir algo positivo en su cuerpo. Se siente más fuerte junto a ella, se siente bien consigo mismo y con la realidad, por lo que no tarda en enamorarse. Aaron duerme cada vez más; sus horarios se desorganizan por completo y el insomnio se hace presente. La semana siguiente desespera porque no consigue reencontrarse en ningún sueño con Lilly. Utiliza los momentos de insomnio para sobrepensar la situación. Se le ocurre desarrollar una droga en comprimidos que lo ayuda a dormir de manera prolongada y a activar sus sueños siempre, todo el tiempo que esté dormido.

Al principio, su invento es un éxito. Se reencuentra con Lilly seguido y las razones por estar despierto pasan a ser inexistentes. Los efectos colaterales de la droga empiezan a afectar los sueños. Estos se convierten en pesadillas frecuentes que parecen eternas. La imagen de Lilly se desvanece cada vez más, al igual que el mundo donde vivían. Incluso, ya no diferencia la realidad de los sueños, no consigue mantenerse despierto y pierde noción del tiempo y espacio.

En uno de los pocos momentos de lucidez, Aaron se convence de que quiere abandonar la droga que inventó. Le lleva largas semanas desintoxicarse y que su cerebro vuelva a la normalidad. Deshecha la sustancia que le sobró y decide ocuparse de su enfermedad, volviendo a consumir los medicamentos adecuados. Pronto, intenta reconstruir sus vínculos y consigue el apoyo que necesita.

"Siempre me pregunté: ¿por qué alguien no hace algo al respecto? Después me di cuenta que yo soy ese alguien".

Image: https://unsplash.com/@jakobowe...

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